En mi recorrido habitual por el centro (nuestro pobre centro, que no es Manhattan) encontré a José María Moris. Estaba escondido en un listado de clientes a recuperar detrás del nombre Merlo, Zulema. Después de un chamuyo como para extirparle el matafuegos, Mandinga desvió la conversación: me aseguró de que él era el autor de una canción que lleva el nombre de un animal y que es un canto a la libertad (sic). "El Oso", pensé porque no había muchas opciones y porque tan boluda no soy. Sí, era el autor - supuesto, por supuesto- de El Oso. Me relató una historia larguísima sobre cómo concibió su obra maestra.
Resulta que el tipo es primo hermano de el Moris que conocemos, ése, el padre de Antonio Birabent. El Moris famoso compuso la música y el Moris de mi anécdota, la letra.
Luego del relato, reflexioné:
1) ¿el tipo se llamará Moris y se mandó que escribió El Oso porque lo escuchó una vez y le gustó?
2) si es el autor de la letra de El Oso, ¿por qué figura solamente un Moris y no Moris-Moris?
3) si su fin era engrupirme, ¿por qué no se inventó que era primo de Cacho Castaña y que era el autor de Garganta con arena que suena más cool?
Un poco le creí o me presté al juego de creerle, qué sé yo. La historia era verosímil. Yo salí del local blandiendo una orden para retirar el matafuegos y mi cliente recuperado. Este pequeño éxito hizo que la certeza sobre la autoría de El Oso quedara en un segundo plano.
Cuando salía del local, me dijo que la próxima vez que fuera me iba a contar cómo pasó de la 5ta. de Ferro al legendario Equipo de José. Pero no creo que vuelva.