En Desaguadero, todos nos detenemos a desaguar. El baño está tan desértico como la siesta fronteriza . En la pose que adoptamos las damas para no hacer contacto con el sanitario, leo el reverso de la puerta. No tan distinto a otros baños públicos. Declaraciones de afecto, de pertenencia, de persistencia. Sobre todo de amor.
La necesidad que nos lleva a postear aquà es casi tan fisiológica como la que nos conduce al baño. Todos posteamos y nos leemos con la precaución de guardar ciertas reglas de higiene, claro. Postear algo como ahora lo hago aquÃ, en mi pequeño tocador. Aquà posteo y quise postear – por qué no – en esa puerta.
La puerta y su primerÃsimo-primer-plano. La puerta y la invitación a quedarse ahÃ, grabadito. Perpetuarse con una frase a ver, a ver. Pienso: algo nuevo, algo viejo, algo prestado, algo azul. TANTO AMOR INSULTA MI INTELIGENCIA, recuerdo o se me ocurre ( no sé la diferencia).
Abro la puerta y salgo. “Hubiera arruinado el mejor de mis delineadores�, pensé mientras me lavaba las manos.