Ella entra al bazar.
"La fascinación de los cristales y los espejos se emparenta con los espejismos", piensa. Recorre.
A veces, ella parece más exquisita que la vajilla y más brillante que la plata. Cara como los cristales labrados y, en ocasiones, accesible como el acero.
"La gente viene aquí cuando quiere regalar su alma. Nadie viene nunca a llorarse".
"Me regalaría yo misma estas copas de vino", se dice. Sin saber que luego, próximamente, ella se ofrendaría como un cáliz.
Abandonó el bazar.
Decidió regalar sábanas.
El Truco lo inventó alguien que se quedó sin algo que decir.
Esto debería haberlo hecho público antes: quiero agradecer el cambio de look a mi amigo
Rubik . Y gracias a
Kibur también por sus aportes que, aunque él no lo quiera reconocer, están.
Os adoro, muchachos.
Debe ser un síntoma de eso que se llama
selección natural.